Teleficciones 1 Los programas (1951-1970)

Teleficciones 4 - Su gente

Teleficciones 2 Los programas (1971-1990)

Teleficciones 5 - Su gente

Teleficciones 3 Los programas (1991-2012)

LA MAGIA 1 1951

domingo, 14 de febrero de 2021

LA MAGIA 1

1951

Un fragmento del libro de Jorge Nielsen



Las primerísimas transmisiones

Tres elementos destacamos de esos primeros pasos: la transmisión desde exteriores, la incorporación de importantísimas figuras del cine y el teatro y una brillante concepción comercial, incluyendo la publicidad en los programas y la venta de televisores.

La primera transmisión no experimental se realizó el 17 de octubre de 1951, cubriendo el “día de la lealtad”. Pocos antecedentes deben existir en el mundo de arrancar con jugada tan arriesgada. La “sugerencia” de Eva Perón a Yankelevich fue acatada. “Hacé como te parezca, pero que se televise el acto del 17 de Octubre” era la consigna.

Los diarios Crítica y El Mundo en sus ediciones del 18 de octubre de 1951 consignaron sumariamente el nuevo fenómeno. Bajo el título “La televisión mostró ayer su enorme valor” en un recuadro de página 3 el primer medio afirmaba: “El público que colmó ayer el amplio espacio del histórico paseo donde se realizó la imponente manifestación popular de los trabajadores, fue gratamente sorprendido por un nuevo aspecto en el acto celebratorio. Despertó la curiosidad de la multitud las cámaras televisoras, estratégicamente ubicadas en algunos edificios y en los balcones de la Casa de Gobierno, para captar las notas más salientes a los receptores. Operación que se realizó con todo éxito, siendo notable la fidelidad de la recepción en los aparatos”.

Apenas un poco más extenso era el comentario de El Mundo cuyo título rezaba “Fue televisado el acto de ayer”: “Los distintos comercios de la zona céntrica, que desde hace unos días ofrecen espectáculos, brindaron ayer en la primera intervención de la misma en actos públicos una magnífica oportunidad para aquellos que no pudieron llegar a la plaza de Mayo. Vidrieras de Florida, avenida Sáenz Peña, Balcarce y otros lugares próximos, agruparon racimos humanos que, manifiestamente sorprendidos por la perfección del invento recién incorporado a nuestra metrópoli, pudieron seguir todos los principales detalles del magno acto. La congestión del público frente a tales vidrieras molestó por cierto al tránsito, pero pudo observarse que muchas de las personas que al principio protestaron por el lío, al darse cuenta de lo que veían y cómo se veía, terminaron sumándose al nutrido grupo, acalladas definitivamente sus prematuras protestas”.

La Nación le dedicó siete líneas: “Con el registro de los actos de ayer fue inaugurado en nuestro país el servicio de televisión. Según se informó oficialmente, el programa de televisión pudo ser captado con absoluta nitidez hasta 150 kilómetros de la Capital Federal”. Mejor suerte le cupo a una reunión de la Confederación de Intelectuales, que en un subtítulo de igual jerarquía mereció 14 líneas.

Un recuadro en página 2, bajo el título “Por primera vez en nuestro país transmiten un acto por televisión”, fue el recurso utilizado por La Razón, que le dedicó casi la mitad de su edición del 18 de octubre a la multitudinaria manifestación: “El magno acto de la Plaza de Mayo fue difundido por televisión, siendo ésta la primera vez que se efectúa destinada al público, superada ya la etapa experimental. Los aparatos instalados en casas de comercio de la avenida Sáenz Peña y las calles Balcarce y Florida, suscitaron la curiosidad de millares de personas que no pudieron llegar hasta la Plaza de Mayo, cuya capacidad fue colmada desde mucho antes de iniciarse el acto. La perfección de las imágenes permitió, por otra parte, seguir sin dificultad, de esa manera, todos los aspectos de la ceremonia central de la jornada que se estaba desarrollando”.

La Prensa nada podía decir. Había sido expropiada y todavía no estaba en poder de su nuevo propietario: la Confederación General del Trabajo.

No pudimos detectar ningún comentario en otros diarios porteños, incluyendo los más fervientes partidarios del gobierno (El Laborista, La Epoca, Democracia, El Líder).

Radiofilm
, con el cantante Giacomo Rondinella en su tapa del 24 de octubre de 1951, a módicos 50 centavos de precio de venta al público, le dedicó su primera página al nuevo medio, pero enfatizando más el acto en sí que la transmisión. Ilustrada con varias fotos (la más significativa muestra al futuro presidente Héctor J. Cámpora aplaudiendo a Eva Perón, que saluda abriendo los brazos) el título es sugestivo: “Llegó a todos los hogares la palabra y la imagen de Evita y del general Perón”. Lo sustancial del artículo refleja claramente el estilo laudatorio, lisonjero, encomiástico (permítasenos usar tres adjetivos) hacia la pareja presidencial, propio de la época: “Tenía que ser un suceso de la magnitud del que realizó el pueblo el 17 de Octubre el que sirviera de simbólica inauguración de los servicios regulares de televisión. Y las pantallas reflejaron las escenas emotivas que se vivieron tanto en el balcón desde donde Eva Perón y el Presidente de la República dirigieron su palabra a la muchedumbre, como la vibrante actuación de esa masa humana que cubrió con su exhibición de patriotismo y lealtad todas las calles céntricas. La venturosa fecha fue, pues, celebrada jubilosamente y tanto la radiotelefonía como la televisión se asociaron al magno acontecimiento, siendo maravillosos vehículos de acercamiento del pueblo con sus gobernantes, a los que se quiere y admira mucho”.

En su edición 1074 del 23 de octubre de 1951, Antena, con el cantante de boleros Fernando Torres en la portada, a ochenta centavos de precio de tapa dedicaba íntegra su primera página al nacimiento de la televisión en la Argentina. Con el título “Con los actos del 17 de Octubre quedó inaugurada la televisión”, acompañaban el informe tres fotos: la multitud congregada en la Plaza, el presidente Perón frente al micrófono y la antena instalada en el Ministerio de Obras Públicas.

“La incorporación de un nuevo progreso al país, la televisión, se ha realizado coincidentemente con esta fecha, tal como se había anunciado, y a manera de contribución a la magnitud y solemnidad de los actos programados. La transmisión, o televisación, de los festejos del 17 de Octubre ha sido el material inicial elegido para una gran transmisión, con lo cual ha quedado inaugurada la televisión argentina. Lo que habíamos anticipado en ediciones anteriores, acerca de la nitidez y potencia de los equipos de transmisión instalados por Radio Belgrano, ha quedado plenamente confirmado. En efecto, nuestra televisión se caracteriza por contar en estos momentos con los elementos más modernos; su alcance es realmente extraordinario, permitiendo a públicos distantes, en ciudades del interior, seguir los acontecimientos que se desarrollan en nuestra Capital. Por otra parte, la claridad de las transmisiones supera, en opinión de los técnicos, la de muchas grandes estaciones instaladas en los Estados Unidos y Gran Bretaña. A partir de su inauguración las transmisiones continuarán con carácter experimental, de afianzamiento o regularización, podríamos decir, hasta el próximo 1° de noviembre, fecha en la cual se dará comienzo al plan de transmisiones diarias, a horario de tipo comercial. Sabemos que es propósito de las autoridades dirigentes de TV ofrecer al público programas artísticos y deportivos: los grandes encuentros de fútbol —el deporte popular por excelencia—, como asimismo matchs de boxeo, etc., serán material a emplearse en televisaciones.”

Desconocemos si este texto se publicó en algún medio. De los archivos familiares Elsie Yankelevich nos suministra el testimonio de su padre, Samuel, uno de los directores de esa transmisión: “La televisión se inaugura oficialmente el 17 de octubre de 1951 en una transmisión en directo ofrecida desde los balones de la casa de Gobierno con la presencia del general Juan Perón y Eva Duarte con motivo de la concentración popular organizada en esa fecha. Las cámaras de televisión estaban ubicadas en los balcones del Banco Nación y eran manejadas por Fontanals, Del Boca, Velasco y Guerrero. Dirigidas por Enrique T. Susini y Samuel Yankelevich. Jamás fue inaugurada oficialmente, solamente hizo su aparición Don Jaime Yankelevich y ninguna autoridad oficial”. El breve relato culmina con un reconocimiento: “Los que han hecho la mejor televisión de América, Ing. Max Koeble, Guerrico, Enrique T. Susini, Escasany, Raúl Rosales”.

En su número anterior (1073, del 16.10.51) en Antena quizá se documente la primera promesa incumplida relacionada con el nuevo medio. En una nota de dos páginas, titulada “Desde mañana estará la nación en contacto con el «moderno milagro»: veremos televisión” se afirmaba sin lugar a malas interpretaciones: “De acuerdo con los términos establecidos en la licencia que le ha sido concedida por el Ministerio de Comunicaciones, Radio Belgrano instalará en forma absolutamente gratuita sus aparatos de recepción en todas las escuelas primarias, secundarias y técnicas de la Capital Federal, como, asimismo, en todos los institutos universitarios, convirtiendo de ese modo el maravilloso invento en un nuevo y magnífico instrumento de educación general”.

Realidad o leyenda (Elsie Yankelevich estudió los documentos sobre la adjudicación de la primera telemisora porteña y no encontró una línea sobre el tema), todavía hoy brillan por su ausencia los televisores en todos los institutos de enseñanza.

César Maranghello y Andrés Insaurralde en Fanny Navarro o Un melodrama argentino consignan que el 18 de octubre se produjo el primer especial “artístico” de la televisión oficial: “Al día siguiente, por la noche, hubo otro festival artístico en Nueve de Julio y Moreno, organizado por la CGT, donde intervinieron Fanny, la Luque, Blanca del Prado, Silvana Roth, Lola Membrives, Angeles Martínez, Alberto Vacarezza, Conchita Piquer, Jorge Lanza, Pablo Palitos, Margarita Padín, Hugo del Carril, Nelly Omar, Juan Carlos Mareco y Agustín Irusta. Fue televisado, lo que convierte a Fanny en figura pionera de la pequeña pantalla”.

Complementando lo dicho por Maranghello e Insaurralde, agregamos que estuvieron presentes el ministro de Trabajo y Previsión José M. Freire y el secretario general de la CGT José G. Espejo. El acto, que duró cinco horas, comenzó a las 18.00 con la ejecución del Himno Nacional Argentino, seguido por las marchas “Los muchachos peronistas”, “Evita Capitana” y “CGT”.

Además de los populares intérpretes (en su mayoría fervorosos partidarios del gobierno de Perón, estimamos que habrán subido al palco para saludar), también se presentaron las orquestas de Héctor Lomuto, Feliciano Brunelli, Juan D’Arienzo y Virginio Gobbi. El elenco del Teatro Obrero y el Coro de la CGT brindaron una estampa del 17 de Octubre.

Clara demostración de que el acto se emitía por televisión lo prueba que varios locutores se encargaron de presentar los números artísticos, entre ellos Jaime Font Saravia, Daniel Alfonso Luro, Iván Casadó y el joven Adolfo Salinas, todos integrantes del staff de Canal 7.





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