TELEFICCIONES 4. SU GENTE
Primera parte
Fragmentos del libro de Jorge Nielsen
—En dos meses y días de 1951 ¿comenzaron a configurarse subgéneros de ficción?
—En
principio programas. Cuando esos ciclos pioneros tuvieron
continuaciones, comenzaron los subgéneros. En infantiles (no
necesariamente un programa de ficción “pura”) LA PANDILLA MARYLÍN. La
telecomedia familiar se expresó en UN MATRIMONIO FELIZ, también conocido
como ESPOSA ÚLTIMO MODELO. El programa cómico estructurado en sketchs
(un clásico de la televisión argentina con el correr del tiempo) tuvo su
primera expresión en TELESOLFAS. El mix de atracciones musicales con
sketchs, en general cómicos, tuvo como gran exponente de los primeros
años de la tele a TROPICANA CLUB, pero en 1951 lo antecedió MELODY BAR.
El teleteatro policial, poco transitado en la Argentina contó con tres
baluartes de los inicios de la pantalla chica: el autor y puestista
Miguel de Calasanz, y la pareja protagónica, recién llegada a la
Argentina, Ana María Campoy y José Cibrián, responsables del ciclo
conocido genéricamente como TELETEATRO DE SUSPENSO, que presentó “Néstor
Villegas vigila”.
—Claro,
de dos maneras distintas. Primero la adaptación de un éxito de la
temporada teatral, PETIT CAFÉ, cuyas principales situaciones se
emitieron durante algunas semanas. Con aroma francés esta primera
experiencia, LE PETIT CAFÉ fue estrenada en París en 1911, fruto del
comediógrafo Tristan Bernard. También un francés, Roger Ferdinand, fue
el autor de TRES MUCHACHAS Y UNA CHICA estrenada por la Compañía El
Duende, uno de los tantos grupos de teatro independiente, del que
formaba parte el por entonces ignoto Duilio Marzio. Enrique Telémaco
Susini la filmó en el teatro Liceo, con dirección escénica de Juan José
Bertonasco. Primera síntesis de teatro-cine-televisión.
—Un
hecho histórico del que los especialistas debieran tomar debida cuenta e
incluirlo al menos en notas al pie en algunas publicaciones.
—Suele
denominarse “cine de calidad” (en francés suena más importante) a
aquellas películas que recurren a prestigiosos textos de la literatura o
el teatro. Aunque no necesariamente el resultado cinematográfico sea
óptimo. A partir de 1952 ¿recurrió la televisión a “textos de calidad”?
—Recurrió,
y lo bien que hizo. Por ahí los resultados estéticos no hayan sido los
esperados, pero en un marco de “todo por hacer”, no estaba nada mal
acometer con, por ejemplo BIOGRAFÍA DE GRANDES ARTISTAS (en este caso
los textos escritos especialmente para televisión canalizaban la
“calidad” en la excelencia de los biografiados), VIDA DE ARTISTAS, con
libretos de Miguel de Calasanz y el primer ciclo orgánico de teatro en
televisión, TEATRO UNIVERSAL.
—¿Quiénes fueron los pioneros en materia teatral-televisiva?
—Otra
medalla que puede colgarse el matrimonio José Cibrián-Ana María Campoy,
más el actor y director Luis Alberto Negro, quizás el principal
“puestista en escena” o “director de actores” de estos primeros años.
Recurrieron a textos de autores contemporáneos como el español Alejandro
Casona (“Nuestra Natacha”) o el italiano Sergio Pugliese (“Hipocampo”),
o yendo más atrás en el tiempo a Oscar Wilde y su “El fantasma de
Canterville”.
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