NARCISO IBÁÑEZ MENTA
Pablo Sirvén
Asústame otra vez
Encolumnados 5
Si Beto Casella trabaja veinte horas diarias (¿le habrán pasado alguna poción? ¿habrá hecho un pacto con el Diablo?) PABLO SIRVEN (Jefe de Espectáculos de La Nación, ¿el máximo especialista en televisión en la Argentina?) no se queda atrás. Superando desde su niñez "dificultades operativas" no podía estar ausente de este homenaje.
Está bueno morirse de miedo por propia voluntad: transpirar la gota gorda porque ya resulta inconcebible dormir destapado; atravesar a la carrera cualquier tipo de oscuridades; estar con el oído atento al menor crujido. Narciso despertó en mí ese abismo gozoso y temible en los tempranos 60 cuando lo miraba de ojito nomás, como para que el efecto no fuese tan devastador... y definitivo. Me abrió las puertas a la lectura de la literatura fantástica, al consumo desenfrenado de las películas góticas de la Universal y finalmente a la escritura, donde empecé exorcisando criaturas mucho menos endemoniadas que las que me obliga a soltar ahora el periodismo. Operativamente nunca me resultó fácil verlo: por aquella época mis padres no presentían siquiera que con el tiempo iba a tener que enfrentar fantasmas un tanto más contundentes y hacían lo indecible para que mi vida no se cruzara con esa mirada penetrante, con esa voz perturbadora que modulaba espantos e ironías. Mi afán de ser asustado por ese mago que siempre cambiaba de cara, pero nunca de voz, se agigantaba. Y no bien se descuidaban, ahí estaba, a escondidas, rendido hipnóticamente a sus pies. Tanto entrar y salir muy orondo de los más diversos ataúdes, debe haber sido raro verlo inerme la última vez. Yo lo hubiese mirado fijo, por las dudas... y al menor indicio de algo, hubiese salido corriendo de alegría.
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